El Escribir y la Resistencia: Entrevista con Erich Hackl

Interview in English here.

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En la conferencia anual de la German Studies Association (EEUU) en septiembre, el Foro Cultural Austriaco presentó Three Tearless Histories (DoppelHouse Press, 2017) por autor austriaco Erich Hackl. El libro es una colección de tres historias personales que tratan con individuos afectados por el fascismo de mediados de siglo, incluida la luchadora por la resistencia austriaca Gisela “Gisi” Tschofenig, quien fue asesinada en 1945, seis días antes de la liberalización del campo Schörgenhub donde estaba detenido. En “Tschofenig: El nombre detrás de la calle,” Hackl relata la improbable boda de Gisi en el campo de concentración de Dachau e intenta resucitar los logros de ella a pesar de una pelea familiar que amenaza con enterrarla para siempre. En la siguiente entrevista con Carrie Paterson, Hackl (quien actualmente vive en Viena, Austria) discute cómo descubrió la historia de Gisela Tschofenig, y cómo los miembros de la resistencia antifascista en el pasado pueden influir e informar a los movimientos de resistencia de ahora.


Entiendo que vivía mucho tiempo en Linz. ¿Como se dio cuenta Ud. de Gisela Tschofenig? ¿Tenía ideas preconcebidos de la vida de ella? Ha cambiado sus percepciones de ella y de este área de su país a través de la historia que Ud. sucede (o no sucede) contar?

No he vivido nunca en Linz, pero me crié muy cerca de allí, en Steyr, una pequeña ciudad industrial. Supe de la historia de Gisela Tschofenig, o de una parte de ella, a través de mi amiga Margit Kain, a su vez viuda del escritor Franz Kain y madre de la también escritora Eugenie Kain (lamentablemente ya fallecida). Después de leer mi libro La boda en Auschwitz, Margit me dijo que la bode entre Rudi Friemel y Marga Ferrer en Auschwitz no era el único casamiento de un campo de concentración nazi, que también su “tía” (no tía carnal, sino en un sentido emocional, por la gran amistad con la madre y las tías de Margit) Gisi se había casado en un campo – en Dachau – con su novio. Desde que me lo contó, tenía la idea de volver algún día sobre esa historia y contarla. Lo que no supe cuando empecé a buscar en serio testimonios acerca de la vida y muerte de Gisi, fueron los conflictos dentro de su familia y que iba a haber por lo menos dos personas que no querrían hablar conmigo: la hija del viudo de su segundo matrimonio, y la hermana menor de Gisi que estuvo presente en la ceremonia. Por otra parte, la amistad con Hermann, su hijo, como consecuencia de mi trabajo ha sido uno de los logros inesperados.

Pero para contestar a su pregunta: en líneas generales, no creo que haya cambiado mi percepción de Austria y del comportamiento de la gente durante y después de la época nazi. No olvide que llevaba ya décadas investigando y escribiendo sobre hechos parecidos. 

¿En su familia, hay unos ejemplos de “resistencia” que le haya influido en cualquier manera?

No de resistencia activa pero sí de anti-nazismo. Encuentra algo de eso en mi libro Este libro es de mi madre, sobre los primeros 25 años de vida de mi madre en un remoto pueblo del norte de Austria.

¿Por qué le interesa a Ud. las historias de la resistencia en Austria? 

Primero, por un sentimiento de justicia ya que por lo general tanto la derecha como la izquierda tienden a menospreciar la resistencia antinazi: la derecha por su interés en silenciar a los combatientes antifascistas ya que si todos habían sido nazis, tal como ella afirma, no importa tanto que ella misma colaboraba con el nazismo, y la izquierda por proyectar su inconformismo con la coyuntura actual hacia el pasado: hubo y hay por ejemplo toda una serie de escritores austriacos que se tienen por izquierdistas y que todo el tiempo insistían que en este país todo el mundo – salvo los judíos y tal vez los gitanos – apoyó al régimen nazi o por lo menos lo aceptó. Segundo, como opositor me es importante saberme acompañado. Y a mis compañeros los busco no sólo entre los contemporáneos sino también en las generaciones anteriores a la mía.  

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El cartel de la calle que honora Gisela en Linz, Austria. ©: Linz09

La transmisión oral es muy importante en las historias de resistencia — lo dicho, mas bien que lo escrito o institucionalizado (como el letrero con el nombre de Tschofenig). ¿Por qué decidió Ud. escribir estas historias? ¿Tienen más autoridad o menos sin el testigo mismo? ¿Cuándo se convierten en literatura?

La transmisión oral ha sido en gran parte el fundamento del relato sobre Gisi Tschofenig, gracias a Margit Kain y al testimonio de una tía suya que hace mucho grabó el investigador Peter Kammerstätter (lo menciono en el texto). Pero justo se habría perdido con la muerte de los testimoniantes. Difícil determinar cuando un testimonio se convierte en literatura. Tal vez cuando el autor, la autora consiga que el texto vibre de emoción, que lleve en sí todos los aspectos no verbales del testimonio, que reúna todos formando una estructura que es más que la pura cronología. De todos modos, pienso que el relato sobre Gisela Tschofenig está entre el reportaje histórico y la literatura ya que recoge, casi con monotonía, una serie de datos y descripciones de fotos de una periodo vital – la juventud de Gisi, y la de [su marido] Pepe – sobre la cual no hubo información alguna. Y como no me tomé la libertad de inventarme cosas, me fue imposible lograr el espacio suficientemente grande para formar literatura.

En cuanto a las fotos que no se han vistos, sino descritos — para mí era un detalle muy importante en el libro que ni vemos ninguna foto, porque en realidad hay ciertos momentos que no se puede describir con una foto. ¿Cómo considera Ud. el testimonio que ofrecen las fotos ya que necesitamos imaginarlas? 

Ya que ni en el texto sobre Gisela Tschofenig ni en el sobre Wilhelm Brasse [“El fotógrafo de Auschwitz”] mostré las fotos descritos, se debía en que no creo que la foto pueda mostrar lo que el texto literario sí puede guardar. Dudo de la veracidad del dicho, por lo menos en alemán, de que una sola foto sea capaz de mostrar más que 1,000 palabras. Más bien es al revés: que la foto se presta mucho más al engaño. Sobre eso Susan Sontag ha escrito bastante, contradictoriamente.

Queremos felicitarle en el Menschenrechtspreis des Landes Oberösterreich 2017. ¿Nos puede contar sobre este galardón y qué le significa a Ud.? ¿Dio Ud. un discurso al recibir el premio?

Tengo que confesar que ese premio de Derechos Humanos no me dio alegría. Alta Austria es gobernado desde octubre de 2015 por una coalición del partido conservador con la extrema derecha, la misma coalición que se formó hace poco como gobierno nacional. O sea, Alta Austria fue la vanguardia negativa en ese aspecto, y se notaba enseguida en la política xenófoba contra los refugiados. Mi hermana y yo, frente a la ola de refugiados en el 2015, abrimos la casa de nuestros padres fallecidos a cuatro refugiados. Sufrimos primero el rechazo de varios vecinos que veían en peligro su status quo por tener vecinos refugiados y segundo el mal y, según nuestra convicción, incorrecto tratamiento por parte de las autoridades de Alta Austria. Así que ni fui a recoger el premio. Al preguntar, si podría dar un discurso, la señora encargada de preparar la entrega del premio dijo que no estaba prevista. En eso se ve también los nuevos tiempos: estorban los discursos porque podrían ser crítico con el poder, se hace todo a nivel de una fiesta de cumpleaños.

No hay que decir que al encontrar este tipo de maltratamiento e insinceridad, una persona como Ud. tendría mucho que decir. ¿Qué espera Ud. que pase en los próximos diez años en su país, con respecto a los refugiados y a las actitudes del pueblo austriaco?

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En el 10 de mayo, 2015, Hackl pronuncia un discurso en Mauthausen en el 70 aniversario de la liberación. Foto: Equipo Nizkor

Una respuesta la dio el nuevo ministro del Interior, de extrema derecha, al pronunciar hace unos días que se debería concentrar a los refugiados en grandes centros en la periferia de las ciudades. El uso de la palabra, “concentrar,” es por sí revelador. Nadie, que no piensa en ese contexto en los campos de concentración… Aparte de que es humanamente inaceptable, sería una tontería política e incluso administrativa. Política, porque precisamente la dispersión de los refugiados entre la gente, en las ciudades y en el campo, y su contacto con la población civil abren la posibilidad para su integración en la sociedad austriaca. Y segundo, esa propuesta ni se podría realizar ya que el estado se ha mostrado, en los últimos años, incapaz para crear la infraestructura para esa integración. Han sido y siguen siendo las personas particulares, privadas, sobre todo mujeres, jubiladas, pero también jóvenes los que dan clases de alemán a los refugiados, los acogen en sus casas, comparten pisos con ellos, etc. Sin su compromiso, las instituciones estatales hubieran sido incapaces de garantizar el sustento de los que venían en busca de ayuda.

No pienso en los crímenes cometidos sino en los grandes y pequeños gestos de solidaridad de quienes los han sufrido, en la ayuda que se prestaron, en el consuelo que se ofrecieron mutuamente. Precisamente en el monumento a los españoles asesinados pienso también en los esfuerzos de los sobrevivientes por mantener despierta la memoria de la lucha contra el fascismo, por la libertad y la justicia social.  – Mauthausen, 10 mayo 2015

A lo mejor ésta es buena nota en que podemos concluir la entrevista: pensando en las personas que ayudan. Pero al cierre preguntarle si reconozca un vínculo entre sus obras que muestran cómo la segunda guerra mundial y el exilio de judíos austriacos impulsaban una “resistencia” en la literatura, y cómo esta manera de escribir refleja las condiciones en Austria ahora, las cuales también exigen una respuesta de “resistencia,” pero en persona.

Usted me pregunta por el vínculo real o imaginario entre el tema tan frecuente en mis obras – la persecución, la huida, el exilio de austriacos – y los mismos fenómenos que estamos viviendo hoy, en cuanto a personas que llegan, huyendo de sus países, a Austria. Queda a la mano la similitud de ambas experiencias. Por otra parte alguien podría pensar que precisamente la urgencia de lo que está pasando hoy en día no sólo en Austria sino en todo el mundo debería llevar a un artista o escritor a dedicarse al presente. Los, y las, hay: más que escritores, directores de cine y de teatro, artistas plásticos, actores de cabaret político. Destaco, para Austria, a la cineasta y directora de teatro Tina Leisch que estrenó el año pasado junto con un gran grupo de refugiados y con un actor austriaco un musical que llevaba en el título el mayor campo de refugiados de este país, Traiskirchen. Esta obra ha sido ejemplar, modélica en todos los sentidos. Si yo opto por el pasado, en cuanto a lo que escribo, es porque – aparte de que me apasiona la historia de la lucha y resistencia – siento la necesidad de luchar por una identidad histórica: en medio de las banalidades y de la ideología del ‘desafío,’ de mirar ‘hacia delante’ buscar la complicidad de los que lucharon y sufrieron por causas justas. Además, ellos mismos corren peligro de ser eliminados, borrados de la memoria colectiva, sobre todo ahora que de sus contemporáneos apenas nadie vive ya. Ellos y la esperanza que representaban. En su “Filosofía de la Historia,” escrita poco antes de su muerte, el filósofo Walter Benjamin insistía en la necesidad de encender en lo pasado la chispa de la esperanza ya que “tampoco los muertos estarán seguros ante el enemigo cuando éste venza.” Y este enemigo, advirtió Benjamin, no ha cesado de vencer. Lo estamos viendo en este momento.

Three Tearless Histories está disponible aquí

Foto Erich Hackl © Pedro Timón Solinís


Erich Hackl is an award-winning Austrian author and translator. He has been a regular contributor to the Wiener Tagebuch, editor of the Aurora-Library, a book series of international poetry, and he is a regular contributor to the Wochen Zeitung in Zürich. He has published numerous Hispanic literature anthologies, and is recipient of over a dozen literature and translation prizes, including the Premio Hidalgo, the Solothurner Literaturpreis, the Literature Prize of the City of Vienna, and the Austrian Prize for Literary Translation. Two of his books have been adapted to film and his work has been published in 26 languages.

In 2017 Erich Hackl was awarded the Human Rights Award of Upper Austria (Menschenrechtspreis des Landes Oberösterreich) for his “active anti-fascist contribution to the maintenance of humanity and justice of a humanistic society.”